Su funcionamiento es sencillo: se realiza una cartografía de la zona con los límites de velocidad establecidos. Después, se instala en los coches una especie de “caja negra”: un GPS que indica la posición exacta y la velocidad que lleva el vehículo en cada momento. Cuando el conductor sobrepasa la velocidad permitida, el sistema envía una señal al acelerador o a los frenos para desacelerar el coche. Eso sí, el automovilista podría desconectar ese freno automático si se viese en una situación peligrosa.
Ha estado funcionando durante seis meses en la localidad inglesa de Leeds. Fue instalado a 20 Skoda Fabia y, según sus promotores, se mostró muy eficaz: aseguran que, si se colocara en todos los automóviles de Reino Unido, el número de víctimas mortales se reduciría en un 37 por ciento.
Ahora, ha dejado de ser simplemente un estudio y, según informa The Sunday Times, podría aplicarse en todo Londres. El Gobierno inglés estudia ofrecer un descuento en el peaje que se cobra por circular en esa ciudad (unos 11,78 euros al día) a los conductores que instalen el ISA.
El Reino Unido no está solo. Suecia ya ha anunciado que este sistema será obligatorio en todos los coches que se fabriquen en su país –Volvo y Saab- a partir de 2010.
Sin embargo, el sistema cuenta con numerosos detractores. Los clubes automovilísticos ingleses ya han manifestado sus temores a que, debido al sistema, los conductores se relajen y descuiden la conducción.
En España, nos da su opinión sobre el sistema Mario Arnaldo, presidente de Automovilistas Europeos Asociados: “El ejemplo lo encontramos en los camiones. Muchos poseen una especie de controles de velocidad y no es raro encontrarnos a dos de estos vehículos circulando en paralelo en autopista durante grandes tramos. Una reserva de potencia se puede traducir en una reserva de velocidad que nos puede sacar de algún peligro. Es el uso que demos a esa reserva de potencia donde puede encontrarse el problema”.

Ya ha puesto sobre la mesa dos millones de libras esterlinas (tres millones de euros) para su financiación. Sin embargo, el sistema –según los cálculos de los expertos- está lejos del bolsillo de muchos automovilistas: instalarlo constaría unos 1.500 euros.
1.- La señal GPS del satélite efectúa la localización del coche.
2.- La antena GPS captura la señal del satélite.
3.- En el navegador hay un mapa digital que contiene los límites de velocidad, que son contrastados continuamente según la posición y velocidad del coche.
4.- La unidad CPU se comunica con el navegador, con el visualizador y con el servomotor.
5.- El servomotor regula la resistencia del acelerador.
6.- Cuando el conductor excede el límite, se aplica una resistencia en el pedal del acelerador o del freno.
De momento, su instalación será voluntaria, pero el Departamento de Transportes británico ha anunciado que creará un mapa digital de toda la red nacional de carreteras del país, lo que supondría un primer paso para la adopción del ISA a escala nacional.
Fuente: Autopista