por Gurin el 04 Jul 2012, 14:36
Es un tochaco de narices y un poco antigua la noticia pero seguro que siguen utilizando el mismo procedimiento.
• Cada año desaparecen en España 150.000 vehículos. Muchos terminan en países como Rusia y Turquía. Pero el mercado más boyante es el del norte de África. Los puertos españoles son la vía de escape para mercancía robada en toda Europa. Tras llegar al desierto, impera la ley del más fuerte.
Reportaje por: Daniel MONTERO
01/05/06
El pasado 22 de abril, David Beckham cenaba confiado en un centro comercial de Madrid. A la misma hora, unos ladrones salieron del lugar con el coche del jugador. El flamante BMW X5 cambió de manos a marchas forzadas y en un momento, 100.000 euros de coche se esfumaron. Cada día, 380 vehículos son robados en Madrid con un procedimiento similar. El coche de Beckham tenía las mejores medidas de seguridad –localización por satélite, arranque cifrado y llave codificada– pero aun así, cayó.
El robo de coches es uno de los negocios ilícitos más lucrativos de nuestro país, pero no sólo por el rédito económico. Las penas de prisión por delitos de este tipo rondan los seis meses, un coste legal muy inferior a actividades ilegales con similares dividendos. Cada año 150.000 vehículos son robados por las mafias organizadas que operan en España. La mayoría de ellas proceden de Europa del Este y están muy bien organizadas. Según fuentes policiales, se trata de organizaciones multidisciplinares, donde confluyen mecánicos, ingenieros, ex militares y expertos en la falsificación de documentos. Los coches de gama alta son los más buscados por los profesionales del robo. Las mafias han adquirido en el mercado negro el software propio de las fábricas para poder burlar las medidas de seguridad y arrancar los vehículos por medio de un ordenador portátil. Según fuentes policiales, 60.000 euros es la tarifa por un programa informático recién salido de fábrica. Los grupos mafiosos obtienen los accesos telemáticos directamente de mecánicos de Jeep o BMW en Hungría o Bulgaria.
Parte de la mercancía se queda en nuestro país, pero es más sencillo para las mafias desviar los vehículos robados a mercados con un control legal inferior al europeo. Por ello, zonas como Rusia, Turquía o incluso el golfo Pérsico son habituales receptores de coches robados en España. Sin embargo, la salida tradicional para estos vehículos es el norte de África. Desde hace años, los puertos del sur de España son la lanzadera para un negocio boyante en los países subsaharianos. Las redes necesarias para distribuir la mercancía han nacido de la colaboración de organizaciones mafiosas de Europa del Este y traficantes marroquíes o argelinos. Pero en esta cadena delictiva hay un eslabón decisivo. A 30 kilómetros de Nouadhibou, está la frontera entre Marruecos y Mauritania. Una franja de diez kilómetros de desierto separa ambos países a lo largo de 800 kilómetros. Es tierra de nadie, una zona supuestamente controlada por Naciones Unidas, pero donde no se ha visto una patrulla en meses. Allí tienen los traficantes su base de operaciones. En mitad del desierto, entre campos minados –herencia de la guerra en el Sahara Oriental– y fuera de toda autoridad, se dedican a preparar los coches robados en España y otros países de media Europa para distribuirlos por todo el África subsahariana.
Una o tres llaves. Este es el código que indica si un coche vendido en Mauritania es robado. Los que llegan de fábrica –los más escasos– son vendidos a sus propietarios con las tres llaves que entrega la casa. Los que proceden de Europa –la gran mayoría según fuentes de las autoridades españolas en el país– tienen una sola llave: la copia que los traficantes han sacado del bombín para no tener que romper las cerraduras.
Los precios del mercado negro son irrisorios para los bolsillos europeos, y las complicaciones legales, escasas. Un Porsche Cayenne puede salir de mano de las mafias por menos de 25.000 euros. Y con papeles nuevos. Por un poco más, la misma red se encarga de revivir el coche para el mercado legal con documentación válida del gobierno mauritano. “Sólo hay que incrementar un poco el precio”, comenta uno de los vendedores mientras conduce su flamante todoterreno. “Este fue robado a unos turistas europeos en Marruecos”.
Mohamed vigila la cámara con recelo. Vive en Marruecos pero cruza la frontera con frecuencia para trabajar en los coches robados. “Es un traficante”, confirma su mujer, sentada a la sombra de una furgoneta en pleno desierto. Mientras habla, Mohamed cambia las llantas de un Volskwagen Golf robado en España. Sabe que sacará más dinero si las vende por separado en el mercado negro. El coche está ya desprovisto de cualquier elemento identificador, lejos de policía y a años luz de su auténtico dueño. “Ahora lo preparamos para venderlo en Nouadhibou”, asevera el improvisado mecánico. La matrícula del coche ha desaparecido y el número de bastidor está borrado de forma concienzuda. A pocos metros de Mohamed, tirada en la arena, descansa una cubeta con cientos de matrículas de toda Europa. Son los restos del pillaje, la base de operaciones de un negocio que surte de coches robados varios países del norte africano.
Una veintena de coches de gran cilindrada aguarda en el campamento. Ninguno tiene matrícula y los traficantes, ya confiados, acceden a fotografiarse con ellos como los pescadores junto a su presa. Con reticencias, confiesan que es un envío preparado para entrar en Mauritania esa misma noche. Las mafias han limpiado una pista de minas para poder acceder a la ciudad sin pasar por el destacamento militar que controla la frontera. “El desierto es grande y no pueden controlarlo, así que tenemos caminos que sólo nosotros conocemos. Es una ruta segura”, explica orgulloso uno de los responsables del campamento. Durante meses, estas pistas han sido utilizadas por los capos del Sahara Occidental para transportar a los inmigrantes hasta las constas del sur de Marruecos. Es la mejor forma de evitar por completo la vigilancia fronteriza entre ambos países.
Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado han detectado en numerosas ocasiones el tráfico de vehículos desde los puertos españoles hasta Mauritania. Cada puerto surte una zona determinada del continente. Desde Alicante, las mafias llevan los vehículos a Argelia. Otra ruta pasa de Málaga a Melilla y una tercera une Tarifa con Tánger. La principal arma para sacar los vehículos robados del país es el tráfico portuario de contenedores. El 16 de febrero de 2006 la Guardia Civil desarticuló una banda dedicada a trasladar coches de lujo robados en España en envíos clandestinos desde el puerto fluvial de La Luz, en Sevilla. En la operación, el instituto armado se incautó de 16 automóviles –BMW, Toyota, Porsche y Mercedes- con las placas cambiadas y dispuestos para ser trasladados a África. Según fuentes de la investigación, los coches eran estacionados en garajes públicos de Sevilla hasta el momento de ser embarcados. Los responsables de la red, dos ciudadanos marroquíes, robaban según la necesidad de sus clientes. En el plazo de un mes, el vehículo estaba en su destino con documentación nueva y matrícula mauritana.
Pero el mayor golpe a este tipo de negocios fue la denominada operación Desierto. En ella, los agentes de la Guardia Civil desarticularon en febrero de 2004 una red de nueve personas acusada de robar y trasladar más de 300 vehículos de lujo al África subsahariana. La alianza entre mafiosos rumanos y marroquíes trazó los tentáculos de la organización, que operaba en toda Europa y tenía en España su plataforma de lanzamiento al mercado clandestino. En la intervención policial fueron recuperados 19 vehículos por un valor superior al millón de euros. Los coches estaban preparados para salir del país camuflados en contenedores.
Según fuentes de la investigación, los especialistas rumanos eran los encargados de robar los coches de lujo, por encargo de sus clientes en Mauritania. Tres ciudadanos españoles se ocupaban de gestionar la llegada de los vehículos a Valencia y la documentación necesaria para que la mercancía saliera del país camuflada entre chatarra. Los integrantes de la red dejaban los coches sustraídos aparcados varios días en la calle para comprobar si el vehículo contaba con sistemas de vigilancia por GPS. Según comprobó la Guardia Civil, los albaranes que amparaban la mercancía estaban falsificados, declarando generalmente contener ruedas de segunda mano o piezas de desguace.
En Alicante, la operación Baúl permitió en abril de 2005 desarticular otra organización comandada según los investigadores por un ciudadano búlgaro y otro rumano. Los detenidos fueron acusados de encargar el robo de coches en viviendas de lujo de la costa alicantina. Los vehículos, según la información policial, eran trasladados a una finca situada en Los Santos de la Humosa (Madrid), donde se alteraban los números de bastidor y se tramitaban los albaranes para su transporte. Los coches eran ocultados con electrodomésticos usados, que se colocaban en la parte frontal del contenedor portuario para evitar las inspecciones de los agentes aduaneros.
La operación paso del Estrecho, en la que cientos de miles de inmigrantes africanos regresan cada año a su país de origen durante los meses de junio y agosto, es uno de los puntos clave para la llegada de coches robados desde España hasta Mauritania. En ocasiones, los vehículos son trasladados incluso por sus propietarios, que denuncian posteriormente el robo para cobrar el seguro. Así el pago es doble. Por un lado, llega el dinero de las mafias, y por otro, el de las aseguradoras. Y mientras gira la rueda, los traficantes siguen a sus anchas campando con sus monturas robadas por el desierto.
SEAT LEON FR TDI
... poco podemos hacer y es una mierda esta impotencia. Encima la indemnización del seguro es ridícula. 
CON HUEVOS!!!!!!!!!
